Inmaculada Madre de Dios,
Virgen Caridad del Cobre
Reina de los cielos,
Madre de misericordia,
abogada y refugio de los pecadores:
he aquí que yo,
iluminado y movido por las gracias que
vuestra maternal benevolencia
abundantemente
me ha obtenido del Tesoro Divino,
propongo poner mi corazón ahora y
siempre en vuestras manos para
que sea consagrado a Jesús.
A Vos, oh Virgen santísima,
lo entrego,
en presencia de los nueve coros de los ángeles
y de todos los Santos;
Vos, en mi nombre,
consagrado a Jesús;
y por la filial confianza que os tengo,
estoy seguro de que haréis ahora y
siempre que mi corazón sea enteramente de Jesús,
imitando perfectamente a los santos,
especialmente a San José,
vuestro purísimo esposo.
Amén.
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