Señor mío,
concede que mi mano sea firme y
el ojo despierto para que ningún hombre
por mí reciba daño o sea muerto.
Tú me diste la vida:
concede que por acto mío
no sea tu don divino quitado
o mancillado sin remedio.
Protege
Señor mío,
del fuego los que conmigo van y
de toda calamidad,
así te ruego;
enséñame a usar del automóvil,
para cumplir la necesidad ajena;
a no perder tu mundo por deseo insano de velocidad,
para que yo así pueda con alegría y
amor seguir mi camino.
Amén.
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